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El PNV comprará el Zubeltzu y Bildu se queda sin guión
Ayer el pleno del Ayuntamiento de Deba aprobó la compra del Zubeltzu. Una decisión histórica que devuelve al pueblo un espacio que forma parte de su alma.
Zubeltzu no es un edificio más: es un símbolo de lo que fuimos y de lo que queremos seguir siendo. Allí generaciones de debarras vivieron sus primeras películas, sus primeros conciertos, sus primeras emociones compartidas. Recuperarlo es recuperar parte de nuestra historia y abrir una puerta al futuro.
Por eso cuesta entender —y todavía más aceptar— que EH Bildu haya votado en contra de una noticia que debería haber unido a todo el pueblo. No lo han hecho porque el proyecto sea malo ni porque el proceso haya sido irregular, como han querido hacer creer. Lo han hecho porque no lo han conseguido ellos. Esa es la verdad que tratan de ocultar detrás de excusas y ruido.
Durante los últimos días, EH Bildu no solo ha criticado la operación: ha intentado frenarla dos veces, buscando anular el proceso de compra por vías administrativas. No lo consiguieron, pero su intención era inequívoca: impedir que Deba recuperara el Zubeltzu. Y, por si fuera poco, mintieron deliberadamente a los vecinos. El viernes 24 de octubre, a las ocho de la tarde, difundieron una batería de preguntas asegurando que no habían recibido respuesta. Falso. Se les respondió el martes y de nuevo el jueves, por registro. Lo sabían, y aun así mintieron para generar confusión y desprestigiar una buena noticia. Encima, su portavoz se permite acusar al PNV de mentir. Increíble. Si todo estuviera tan mal hecho como dicen, ¿por qué no se ha anulado el proceso, por mucho que lo hayan intentado?
Todo esto no es un error político puntual. Es una estrategia calculada para enfangar, bloquear y frustrar un logro colectivo. EH Bildu ha elegido ponerse en contra del pueblo de Deba, tratando de torpedear una oportunidad que beneficia a todos. Eso es lo verdaderamente grave: anteponer el interés partidista al bienestar de los vecinos. Cuando se vota contra un proyecto que devuelve a Deba su casa de la cultura, se está votando contra Deba.
Mientras tanto, el PNV ha hecho lo que había que hacer: trabajar, gestionar y cumplir.
Los datos son incontestables: 1.062.000 euros de financiación externa para una compra de 1,1 millones. Es decir, prácticamente el 100% del coste cubierto sin endeudar al Ayuntamiento ni un solo euro. Una gestión impecable que demuestra lo que significa gobernar con seriedad y pensando en el bien común. Además, la operación debía cerrarse antes de fin de año, ya que esa financiación se habría perdido si no se formalizaba a tiempo. Por eso, la estrategia de retrasar el proceso bajo el pretexto de “parar para pensar” era, en la práctica, decir no. Y eso es exactamente lo que buscaba EH Bildu, que nada cambiará.
La diferencia entre dos formas de gobernar no puede ser más clara.
EH Bildu tuvo cuatro años para dejar huella y no dejó nada. Ningún proyecto, ningún legado, ninguna obra que hoy puedan mostrar con orgullo. El PNV, en cambio, ha hecho en un año lo que otros no supieron hacer en cuatro: devolver a los debarras un espacio histórico, cultural y emocional, con rigor, con transparencia y con responsabilidad. Lo ha hecho sin ruido, sin deuda y sin improvisación. Lo ha hecho porque lo importante no son las siglas, sino Deba.
Zubeltzu no es solo ladrillo ni hormigón. Es identidad, cultura, comunidad. Es el corazón de un pueblo que quiere seguir vivo, orgulloso y unido. Y, pese a los intentos de algunos por ensombrecer esta buena noticia, la realidad se impone: Deba ha ganado.
El PNV ha cumplido con su palabra. Con trabajo, seriedad y compromiso, ha hecho posible que el Zubeltzu vuelva a ser lo que siempre debió ser: el corazón cultural de Deba, símbolo de un pueblo que mira hacia adelante.
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