Gipuzko Buru Batzarra
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De la pancarta al despacho: cuando gobernar no es tan fácil como criticar
Muchas de las actuaciones que hoy exhibe Abotsanitz fueron impulsadas por el PNV. Las promesas de participación, diálogo y transformación se han quedado en el discurso.
El 17 de junio se cumplieron dos años desde que Igor Enparan asumiera la alcaldía de Hondarribia en nombre de Abotsanitz. Dos años en los que el nuevo equipo de gobierno ha hecho bandera de un discurso de renovación, participación y ritmo diferente. Sin embargo, la realidad es más compleja: muchas de las actuaciones realizadas en este tiempo han sido posibles gracias al trabajo previo de gobiernos anteriores, y las formas de hacer política que se prometieron han quedado en meros eslóganes.
Obras ejecutadas: herencia del trabajo bien hecho
Durante estos dos años se han ejecutado obras importantes para la ciudad: el puente de San Nicolás, la calle Santiago, está avanzando la urbanización de Arrantzale Auzoa o el nuevo espacio de Servicios Sociales en Muliate. Todas ellas proyectadas, presupuestadas o iniciadas por el anterior gobierno del PNV.
En relación a diferentes intervenciones, la compleja renovación de Saindua Gaztelekua se inició al final de la anterior legislatura, y dos años después, con más de un año de retraso, nada sabemos de lo que está ocurriendo y qué está haciendo el gobierno municipal para avanzar. Y hemos visto también cómo actúa este gobierno cuando le ha tocado iniciar un proceso de renovación: el parque San Marcos ha sido el ejemplo de lo que no se debe hacer. Destruir primero, para informar después.
En relación a la “herencia recibida”, lo mismo ocurre con el proceso de estabilización del personal del Ayuntamiento, que arrancó hace años y ha permitido consolidar plantillas.
Abotsanitz asume estos logros como propios, sin reconocer el trabajo previo que lo ha hecho posible.
Participación: del discurso a la práctica
El equipo de gobierno repite que ahora las cosas se hacen de otra manera, con más participación. Pero la experiencia dice lo contrario. En procesos clave como el Plan General o la nueva ordenanza de terrazas, la información se ha entregado tarde, sin tiempo suficiente para su estudio, y sin generar espacios reales de trabajo compartido con los grupos de la oposición. No se ha ofrecido ningún cauce de negociación. Y pese a ello, se exige nuestro apoyo.
No se puede hablar de participación mientras se actúa de forma unilateral, sin escuchar ni construir consensos más allá de una mayoría absoluta.
Convivencia: retrocesos dolorosos
Antes existían espacios de diálogo y búsqueda de acuerdos. Un buen ejemplo era la Comisión de Convivencia, un foro activo durante más de una década, donde todos los partidos, con esfuerzo, llegaban a acuerdos de mínimos que permitían avanzar en memoria histórica. Esta comisión ha sido desmantelada por la incapacidad del actual gobierno para acordar nada con quienes no piensan igual. Antes, éramos capaces de tomar decisiones por consenso. Ahora, se aprueban por la mayoría absoluta de la izquierda abertzale.
En relación al Alarde y a la situación de convivencia y respeto a la que se había llegado tras muchos años, el conflicto se ha reactivado por completo. Las decisiones adoptadas el pasado año han roto todos los puentes que con paciencia se construyeron durante años. Donde antes había nexos, ahora solo queda enfrentamiento.
Promesas incumplidas y contradicciones evidentes
Durante años, Abotsanitz exigió soluciones en muchos frentes:
▼ Polideportivo con gestión directa
▼ Nuevos bidegorris
▼ Plan para el aparcamiento
▼ Municipalización de servicios como jardinería, limpieza o asistencia domiciliaria
Hoy, con la oportunidad de cambiar las cosas, no han cumplido ninguna de esas promesas. El polideportivo sigue sin gestión directa, con la cafetería y el restaurante cerrados. El bidegorri no avanza ni un metro, el aparcamiento sigue siendo un problema y en jardinería, limpieza o ayuda a domicilio simplemente han continuado sacando concursos, como antes.
¿Dónde están las respuestas a las exigencias que tenían desde la oposición?
Y en vivienda, lo más visible son las fotos del alcalde estrechando la mano con constructores, sin una sola ayuda al alquiler.
Una ciudad más sucia y permisiva
Otra consecuencia de su modelo de gestión es el deterioro del espacio público. Las nuevas órdenes de este gobierno establecen que las brigadas de limpieza solo retiren pancartas, carteles o pintadas una vez por semana, lo que ha provocado una proliferación evidente.
La sensación generalizada es de una ciudad más sucia, más abandonada, y con una actitud permisiva por parte del Ayuntamiento.
Cooperación al desarrollo: un compromiso olvidado
Abotsanitz defendía con vehemencia la necesidad de apoyar proyectos de cooperación. Sin embargo, desde el año 2023 no han convocado las subvenciones municipales de cooperación. Se aprobó en el pleno del mes de febrero una moción para convocar las ayudas con la cantidad de dos ediciones. A finales de junio, aún no sabemos nada.
Un gobierno autocomplaciente, alejado de la autocrítica
La gestión de Abotsanitz se caracteriza por un fuerte discurso de transformación, pero por una práctica de autocomplacencia. Se creen su propio relato de cambio, de nuevas formas, de hacer las cosas mejor. Pero lo cierto es que toman decisiones sin diálogo ni consenso, y que muchas de las iniciativas de estos dos años tienen su origen en el trabajo del PNV.
Desde el PNV seguiremos haciendo una oposición responsable, firme pero constructiva. Porque creemos que Hondarribia merece más.
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