Por fin se ha dado un paso que Deba llevaba años esperando: el compromiso decompra del cine Zubelzu. Un espacio público, en el corazón del pueblo, que permitirá recuperar la actividad cultural que tanto se echaba de menos. Una decisión valiente, que mira al futuro. Y que, como siempre, hay quien intenta torpedear.

En los últimos días han aparecido algunos “colectivos culturales” diciendo que hay que retrasar la decisión, que no se les ha tenido en cuenta. Conviene decir las cosas claras: nadie les ha visto preguntar a sus propios socios o integrantes qué opinan. Hablan en nombre de todos, pero sin contar con nadie. Lo suyo no es participación: es apropiación.

Y sus propuestas, sinceramente, rozan el absurdo. Por un lado, renovar un edificio privado (el edificio Ostolaza), como si el dinero público debiera destinarse a reforzar intereses particulares. Por otro, construir en plena Alameda, destruyendo uno de los lugares más emblemáticos y queridos del pueblo. ¿De verdad alguien puede defender semejante idea sin sonrojarse?

Mientras tanto, Deba tiene una oportunidad única: un millón de euros conseguido gracias al trabajo del PNV, que debe invertirse antes de final de año. Pedir ahora que se retrase la decisión es, en la práctica, bloquear el proyecto y hacer que el pueblo pierda la ayuda. Y eso no es defender la cultura: es ir contra Deba.

El proyecto de Zubelzu no es de un partido, ni de un grupo, ni de un colectivo. Es del pueblo. De los que hacen música, teatro, danza; de los jóvenes que necesitan un espacio; de las asociaciones que no tienen dónde reunirse; de todos los que creemos que Deba merece avanzar.

Ya está bien de frenar. Ya está bien de poner trabas. Ha llegado el momento de mirar adelante y recuperar para el pueblo lo que es del pueblo. Zubelzu será el corazón cultural de Deba. Y esta vez, no habrá marcha atrás.